Arte manual: una salida laboral
Si no tenemos trabajo no nos permitamos caer en lamentos eternos. No pasemos nuestros días recordando siempre nuestros fracasos y dolores. Al poner el centro en nosotros mismos y dudar de nuestra capacidad de resurgir, nos hacemos presa fácil de nuestras supuestas imposibilidades y frustraciones y allí comienza todo lo negativo a actuar a realimentarse. El constante lamentarnos trae aparejado un gran debilitamiento en nuestra fe, y si esto persiste, puede llegar a ser la antesala de una depresión y un acentuado resentimiento con la vida o con nuestro destino, lo que fomenta en nosotros el egocentrismo que hace que todo en nuestra vida gire en torno a nosotros mismos, y nos impide ver a los demás y poder ayudar a los demás que quizás tienen los mismos conflictos que nosotros. Los compungidos de alma distorsionan la realidad, se sienten los más débiles del mundo. A menudo, eso se hace crónico, patológico, ya que comienzan a usar la auto-conmiseración o la lástima para atraer la atención de sus semejantes y tenerlos a su disposición. Quieren que todos estén alrededor de él, porque se sienten minusválidos, con nada de fuerzas para enderezar sus destinos. Depositan toda su esperanza de vida en la ayuda o el afecto que puedan brindarles los demás.
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